El aire cálido y pesado de la habitación no la dejaba dormir, daba vueltas y más vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño. El silencio era absoluto, como si una gruesa cortina la rodeara, pero de repente escuchó algo, al principio un susurro, luego una voz...finalmente un grito.
Se levantó bruscamente del colchón y se acercó a la ventana. Alguien la estaba esperando.
Abrió con cautela el cristal de la ventana. Su respiración comenzó a acelerarse en cuando vió aquella figura entre las sombras de la noche, no reconocía los rasgos del desconocido, pero lo que estaba clar